dimarts, 6 d’abril del 2010

TUS LABIOS ROJOS




Salí a tomar un café después de una noche sin echar ojo. Y un poco sonámbulo me dirigí al bar-restaurante de enfrente de mi casa.
Hacía ya años que iba allí a la cafetería de Madalena. Era una jovencita rubia con ojos azules y un poco rechoncha.
-Buenos días, Madalena. - Le dije, mirando el menú del día que ponía en la puerta.
-Buenos días, guapetón.- Dijo ella con tono más alto mientras daba bocados al croissant que llevaba entre manos.
Qué día más espléndido hacía. Los rayos del sol se filtraban por las ventanas. Calculé que llegaríamos a 35 ºC.
Luego cogí el periódico de una mesa y me puse a releerlo cuando apareció ella y me preguntó echándome una sonrisa tímida:
-¿Qué te apetece tomar hoy para desayunar?
-Lo mismo de cada día, gracias. Le contesté rápido mientras lo iba anotando.
Miré el reloj y se habían hecho ya las 9. - Sin duda hoy llegaría tarde al trabajo- pensé.
De repente vino de nuevo, me sirvió el bocata de jamón y el descafeinado con una servilleta de papel.
Así que intenté acelerarme para llegar a tiempo y de pronto al coger la servilleta me encontré unos labios rojos pintados.
Por un instante me sorprendí, me enrojecí, pero pude disimular la extraña sensación. Madalena comenzó a reír, su sonrisa era cantarina y bella.
Supuse que con las mañanas que pasaba allí a ella le acabé gustando y se enamoró.

Blanca Modrego

2 comentaris:

  1. Blanca!

    me gusta mucho la redacción pero creo que habrias podido sacar más jugo de la idea,
    creo que terminas un poco de golpe.
    Sin embargo me gusta porque la descripcion del principio me ha hecho poner en situación y encuentro la historia original i simpática.

    Laura Balcells Argilaga

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