Cuando me fijé en ella me quedé sorprendida, pues nunca la había visto. Era alta, delgada y muy morena. Tenía el pelo castaño y los ojos color almendra. Los tenía muy separados, y una nariz pronunciada y respingona. Tenía una boca muy grande y, cuando se reía, se le veían unos dientes muy rectos y limpios. Su cuello era delicado y muy fino. La espalda, bastante ancha y mucha cadera. Las piernas, extremadamente largas y muy bonitas. Y sus pies iban de acuerdo con su altura.
En cuanto a la ropa, se veía que era una chica más bien de clase alta pues llevaba una camisa blanca y encima un polo de marca, como sus pantalones de pana y sus zapatos con un poco de tacón. En la cabeza llevaba un pañuelo de color verde que le hacía juego con los pendientes y los zapatos.
Yo nunca había hablado con ella pero me daba la impresión de que era una chica muy simpática y alegre, extrovertida y con mucho sentido del humor porque siempre estaba haciendo bromas con sus compañeros.
También era muy educada, pero vergonzosa. Así que decidí acercarme a ella y empezamos a hablar y a explicarnos cosas y ahora somos muy buenas amigas.
Clàudia Correcher Rodríguez 4t ESO A
dilluns, 5 d’abril del 2010
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