Era un día de invierno, frío, oscuro, nuvlado y sin embargo Fuertaluna no volvía. Isabel y yo creíamos que su caballo se había escapado por la montaña del Moncayo, donde estaba la escuadra de Paco. Que en el pueblo lo llamaban el “vengador”. Isabel era muy miedosa, ya os digo que si no fuera por mi nos hubieramos quedado en casa acomodadas delante de la hogera y mira por donde nos encontrabamos delante de la puerta de herradura, oliendo el aroma de los excrementos de los caballos y viendo como las moscas los deboraban con apetito. Aquello sí que era naturaleza. Pensabamos.
De repente, escuchamos el sonido hacia el horizonte y… entre los robles, las hierbas y los pinos, apareció muerto. Sangrando del pecho, relinchando al no poder, miré a Isabel y en un instante rompió a llorar, miré detrás y ví el “vengador”.Y en sus manos ya podeis imaginar lo que llevaba…
Blanca Modrego Papió.
dimarts, 6 d’abril del 2010
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blanca!
ResponEliminaCreo que la ideea esta muy bien, aunque no lo acabo de entender mucho de que va...
Parece que le redacción esté incabada, no se...
Si la hubieras adornado un poco más creo que habría quedado mejor de lo que está, pero como ya dije, la idea es buena para una narración romantica.
Lara León García
Blanca: te has dejado un montón de faltas. Creo que te has confundido de texto y has colgado el que no estaba corregido por mí. B.C.
ResponElimina