Érase una vez, una noche de invierno, en que hacia mucho pero que mucho, pero muchisisimo frío, y caía una nevada del quince… Se encontraba el espíritu del malvado mayordomo Don Emiliano que murió en el precioso y ahora terrorífico castillo de la familia Suspiros de los Cacique. Ahora hará un siglo aproximadamente que falleció. Las pocas personas que siguen habitando en el pequeño pueblo cuentan que Don Emiliano se suicidio ahorcándose con una cuerda, después de haber envenenado a la familia para la que trabajaba y también cuentan por ahí que tenía brotes psicóticos y por eso hizo lo que hizo. Hay muchos rumores e historias. Después de muchos años fingiendo, como si no hubiese pasado nada: ahora ocurren cosas en el pueblo que no son explicables, extraños sucesos… Los vecinos están alterados, en sus labios se puede leer “El mayordomo ha vuelto, ha vuelto de entre los muertos!”. La verdad es que sí ha vuelto. Ha vuelto para buscar venganza. Bailará en las tumbas de todas las personas que creyeron en algún momento que él era cruel, ruin, malvado… por haber envenenado a la familia Suspiros de los Cacique.
Los sucesos ocurrieron al revés. Esta familia escondía secretos muy oscuros, secretos que no querían que saliesen a la luz por nada del mundo. El pobre Don Emiliano sabía más de la cuenta y su destino no fue otro que la muerte. Una muerte sin sufrimiento. La familia lo envenenó y contaron los hechos como un suicidio. Todo fue puro teatro. Pero ese teatro acabó rápido. Después de volver del largo interrogatorio que tuvieron por parte de la policía, la familia murió en un trágico accidente de coche. Ya ves, el destino te puede pagar con la misma moneda. Ahora es el turno de Don Emiliano, busca venganza y espera lograrla. Ese es su objetivo. Después intentara descansar en “paz”, aunque sea en el infierno, por todo lo que habrá hecho.
Estefanía Marín García
4º ESO A.
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